La niña en cuestión lo miró a los ojos, su mirada turbia y desorientada se posó sobre su amigo y protector.
-¿Qué importa si ya fueron diez ¡o mil incluso!?-su voz sonaba como la de un borracho, sin embargo la niña no había probado alcohol en su vida -La cuestión es, ¿logrará sobrevivir este bar a los cambios futuros?
Esa era una pregunta que ni el propio barman podía contestarle.
-Venga ya, tráeme un vaso con algo sin alcohol, y veamos otra vez como algo se alza, y roguemos que esta vez perdure ¿no te parece?
-Ya lo creo -le contestó el barman mientras dejaba volar su mente.
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